domingo, 3 de octubre de 2010

Democracia, militancia e incertidumbre.

Ya por Internet, en el blog de la cátedra, el profesor nos había avisado que, de contar con las condiciones mínimas el parcial se tomaría, y que luego de una reunión de la cátedra nos comentaría las novedades. Estábamos todos bastante alerta, y con un ojo en los apuntes y el otro en la pantalla de la computadora, porque como estaban las cosas ya no nos hubiera sorprendido el hecho de que pospusieran el examen de P.C.P.C. (Principales corrientes de pensamiento contemporáneo). La facultad estaba tomada, y más allá de todos los motivos, opiniones y justificaciones, lo cierto era que existía un cierto desorden organizativo que atentaba contra la tranquilidad y la confianza de encontrarse con que todas las cosas que valían para el día anterior, valieran también para el presente.

El día del examen, ya en Parque Centenario, con un dejo de recelo me aventuré a la entrada de la facultad. Me sumé a un grupo de compañeros de curso que esperaban al profesor e intentaban averiguar adónde teníamos que ir, preguntando a alguno de los tomadores, que sin conocerlos los trataba de “compañeros”. Luego de recibir la información deseada y antes de que pudiera arengarnos nos metimos en el edificio. Tuvimos esa típica charla de antes de los exámenes en la que intercambiamos nuestras experiencias de estudio con el mero objeto de sentirnos acompañados en los defectos, y después vimos a nuestro profesor que entraba en el aula nos reuniríamos.

Ya resignados entonces a tener el parcial nos dirigimos hacia dónde nos habían mandado. Esperamos a que llegara más gente y cuando hubo suficiente el profesor habló. Nos empezó a comentar lo que se había hablado durante la reunión de cátedra, en la que hubo opiniones encontradas con respecto a la toma. Estaban los que se posicionaban enteramente a favor de la toma, los que hacían hincapié en el tono político de la misma y no les hacía mucha gracia condicionar el ambiente de las clases por un reclamo ajeno, y los que estaban en una posición más bien neutra y rescataban aspectos negativos y positivos de la situación. Siempre me dio la impresión de que nuestro profesor se encontraba entre estos últimos. Pero más allá de todo, se abrió el debate cuando nos anunció que la cátedra por unanimidad solo pudo concluir en una cosa: que por ser la toma una decisión estudiantil, la toma de los parciales debía ser convalidada por los propios estudiantes.

Así que entonces se plantó un debate que se continuaría con una votación para definir si se tomaba el parcial o no. Debo reconocer que si bien yo consideraba que ya nada podía extrañarme, esto fue verdaderamente sorpresivo. Desde mi punto de vista personal, yo quería ya sacarme de encima este examen y la verdad que no veía ningún motivo para que no se tomara. Por supuesto, hubo quienes clamaban que no estaban dadas las condiciones “ideales” para rendir, y que la cursada se había visto condicionada por la toma. Lo cual no era para nada cierto, y eso fue lo que varios contestamos. La única clase que se perdió fue el día en que se desencadenó la toma, cuando el quilombo institucional alcanzó sus picos más altos. Debido a eso el parcial se pospuso una semana. Es decir que se recuperó esa clase perdida, en una jornada al aire libre, en el parque la cual, más allá de todo lo que se pueda criticar de dar una clase en otro lado que no sea un aula, en mi opinión fue una de las mejores del cuatrimestre a nivel de contenidos y de claridad. Otra chica acotó que no sabía a qué se refería el muchacho con “condiciones ideales para rendir”, dado que nunca en la vida se había dado tal situación.

Finalmente, luego de una discusión de varios minutos el profesor dispuso las cosas para votar, y casi por unanimidad se ratificó la toma del parcial.

Y así fue, se repartieron las hojas y se tomó el parcial. Cuando salí volví al ambiente de toma. Las barricadas en las puertas de las aulas, los pasillos vacíos, salvo por los muchachos revolucionarios del CECSo en la entrada y los de la UES en su eterno stand. Me dirigí a los baños y me crucé con un amigo que charlaba con un desconocido para mí. Después volví a mirar y me di cuenta que no charlaba, sino que escuchaba desinteresadamente un balbuceo inaudible de alguien al que conocía tanto como yo.

Cuando salí del baño, volví para donde estaba mi amigo. Seguía escuchando al desconocido poniendo cara de interesado. Acudí en su rescate y logré dilucidar algunas de las palabras que mencionaba el extraño en su ininteligible discurso. Tenía algo que ver con “las causas penales de algunos compañeros”, a los que la toma logró liberar. Cuando hizo una pausa para que preguntáramos o comentáramos algo, aprovechamos para despedirnos cortésmente.

Enrique Capdevielle

1 comentario:

  1. "...los que estaban en una posición más bien neutra y rescataban aspectos negativos y positivos de la situación. Siempre me dio la impresión de que nuestro profesor se encontraba entre estos últimos..."

    Este discurso se me hace conocido dentro de la misma cátedra de PCPC, jajaja

    Ah, me olvidaba, gracias por el rescate, jajaja

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