lunes, 27 de septiembre de 2010

Instrucciones para mirar televisión

Es en realidad, lo más fácil del mundo. Respirar parece dificultoso si lo comparamos con la simple tarea de mirar televisión. Este perfecto aparato, maravilla de tecnología, llegó para darle un nuevo sentido a la cotidianeidad. Basta con sentarse cómodamente en nuestro sillón de preferencia, vaciar la mente de todo pensamiento y entregarse sin reservas a ese mundo por descubrir que la “caja mágica” nos ofrece.

Porque sí, en realidad toda la acción consiste en dos simples pasos: primero, debe uno relajarse en cualquier superficie horizontal, o cuasi horizontal que nos permita estar cómodos; segundo, presionar el pequeño botón rojo y voilá, estamos listos para olvidarnos del aburrimiento. Y es que la televisión es tan maravillosa que ni siquiera tenemos que tomar la decisión de “descubrir” lo que nos ofrece. Sólo basta con quedarnos allí, mansamente sentados esperando a que ella nos muestre lo que tiene para decir. Podemos quedarnos allí, entreteniéndonos con los contenidos, a veces soltar alguna risa, a veces fruncir el seño, hasta que alguien entra en la casa y mascullamos un saludo distraído; se cruza alguien en el camino y lo apartamos molestos; llega la hora de preparar la comida, pero lo posponemos en favor de ese programa “que ya termina”, hasta que algún grito nos sobresalta y nos damos cuenta del mundo alrededor. Pero la rutina se repite día a día, mes a mes, y cuando tocan el timbre, ya no sabemos de dónde proviene; los gritos se confunden con aquellos en la televisión; la noche y el sueño dejan de existir, puesto que el día es eterno en la tevé. Y así como es eterna nuestra vigilia, nosotros también nos sentimos eternos, como las personas que vemos frente a nosotros, que en un punto dejan de ser meras imágenes en una pantalla. Así nos damos cuenta de que estamos siendo descorteses, de que nunca les dirigimos la palabra a aquella gente que toda nuestra vida creímos que estaba tras un cristal, y cuando uno de ellos, sonriente, nos devuelve el saludo, finalmente nos sentimos en casa.

Entonces un día, cansados de tanta actividad, volvemos a presionar el botón rojo para relajarnos un rato y mirar la realidad. Hay que tener cuidado, sin embargo, porque como dicen en la tele: la realidad puede volverse adictiva si no se mide su uso.


Camila Verdugo

2 comentarios:

  1. buenísimo! me re gustó.
    cómo se dan vuelta las cosas está bárbaro

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  2. Muchas gracias! Fue uno de los cuentos que más disfruté escribir!

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