miércoles, 29 de septiembre de 2010

El cargador cargado

Lo que sucedió aquella noche, fue un hecho singular. Algo no corriente. Sin embargo era predecible, o por lo menos eso comunicó a la prensa el reconocido Profesor de Ingeniería veterinaria eléctrica, Roberto Centeno, especialista en cargadores, baterías y pilas domésticas de la Universidad de Buenos Aires.

“Cargador de celular ataca a su dueña” gritaba la primera plana de uno de los más prestigiosos diarios del país, y durante el resto de la semana los numerosos programas televisivos de investigación barata, llenaron la pantalla de informes acerca de estas violentas mascotas modernas. Al igual que la historia nos cuenta de numerosas tareas rurales realizadas con la ayuda de los animales, hoy es común el uso de estos pequeños y silenciosos “objetos”, como los llaman algunos insensibles, para ayudarnos en nuestra, cada vez más lujosa, vida diaria, que necesita imperiosamente de la posibilidad de comunicarnos cuando y donde sea. Es así que pasamos los días sobre exigiendo a estas extrañas criaturas de escaso tamaño y larga cola (por lo general, unas cuantas veces más que el resto de su cuerpo) que a través de sus dientes (dos o tres dependiendo la raza), succionan electricidad de las paredes y la depositan por medio de su cola en los distintos aparatos tecnológicos modernos, que van desde teléfonos celulares, computadoras portátiles, hasta cámaras de fotos o videograbadoras, reproductores de música o cualquier otro instrumento igualmente indispensable para la supervivencia humana.

Los escandalizados vecinos de Marta Guzmán, victima del rabioso cargador, deambularon por la TV argentina toda la semana, sin tanta repercusión, por supuesto, que las flamantes nuevas peleas de “Bailando por un sueño”, pero sí superando con creces, en cambio, a la que tuvieron las tomas de las distintas facultades de la UBA.

Y sí. Como dijeron los expertos en el tema, era predecible. Pero para los vecinos, la culpa era del cargador, y de Marta, por supuesto, que era tan inconciente como para tener en su casa uno de estos abominables bichos. En su cabeza no cabía la idea de que estos seres maravillosos, que soportan el abuso humano sin quejarse, en algún momento, en algún hogar, alguno de ellos reaccionará así.

Y claro, saturado por el trato recibido, el cargador clavó sus únicos dos dientes metálicos en la mano de la señora Guzmán, que tuvo que dirigirse inmediatamente al hospital, a curar su herida mano.

De cualquier manera, éste hecho poco ordinario (por ahora) es ya cosa olvidada. El domingo Boca volvió a ganar y Palermo hizo tres goles, y la historia del cargador con la paciencia colmada dejó de ser noticia.



Agustin Ariztegui

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