Cumplía cuatro años. Tenía el pelo corto y con rulitos y vestía una horrenda pollera escocesa con tiradores haciendo juego.
Alrededor de la pequeña mesa donde estaba la torta con las velitas encendidas se ve a mis dos primos mayores con sus uniformes de colegio sonriendo a la cámara. Al lado mis abuelos felices mirándonos a mí a y a José, en ese entonces el más chico de mis primos, a punto de soplar las velitas.
Mi cara es la más cómica de todas porque estaba furiosa con que mi primo soplara las velitas conmigo. Lo miro con cara de odio; era mí cumpleaños y no quería compartirlo con nadie más.
Es, sin embargo, una de mis fotos favoritas, por más que no recuerde con mucha claridad ese día, pero me remonta a aquella época y a mi infancia que recuerdo con nostalgia.
Margarita Bouquet
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