lunes, 7 de junio de 2010

Los guardianes del pasillo

Las primeras horas de la madrugada encontraron a Lucía en vela. El maullido de su gato en el jardín la había despertado, y ahora le impedían volver a dormirse las ganas de ir al baño. El problema era que el recorrido hacia éste, sin luz ni compañía, no era muy amistoso.

Esperó unos momentos en la cama a que sus ojos pudieran traducir la confusa masa negra de su alrededor, pero en vano. Miles de partículas de oscuridad se movían al son de su imaginación e inventaban figuras que, aunque probablemente inexistentes, espantaban a la niña. Decidió esperar un poco más y para protegerse se escondió bajo las sábanas. Pero ellas solo la protegían de las imágenes, ahora el terror zumbaba en sus oídos. Podía cerrar los ojos pero los ruidos no son tan fáciles de evadir. Sobre todo aquellos ruidos casi inaudibles pero que ahora, en la cumbre del miedo se volvía estruendosamente molestos. La madera de un mueble acomodándose, el crujir de la escalera, el ulular de una lechuza afuera, un portazo lejano de alguna casa de la otra cuadra, todos ruidos que, en volumen, eran insignificantes pero cuya carga era digna del más estrepitoso de los sobresaltos.

Decidió que no podía aguantar más, correría al baño y una vez allí encendería la luz para darse cuenta de que no había nada de qué preocuparse. Y así lo hizo.

O casi, porque al llegar al pasillo no supo más qué hacer. Se encontró sumida en la más profunda oscuridad. Su densidad era tal que ella ya no se sentía parte de este mundo. Sus oídos zumbaban ahora muy fuerte y se sentía en el medio de la inexistencia. Sus manos trataban de asirse de algo pero terminaban empuñando el aire.

‘Realmente estoy en la nada’ pensó con horror

‘¡Pero no…!’ la reprendió una voz de atrás

Paralizada por el miedo movió los ojos en dirección hacia donde la voz parecía provenir. Su gato parecía reírse de ella.

‘¿Cómo va a ser la nada si se ve todo negro?’ prosiguió el gato

‘Precisamente, porque no hay nada’ replicó una lechuza que surgió de entre la oscuridad.

‘Pero ¿Qué sabe usted? Si es un pájaro que le da vueltas la cabeza.’

‘Precisamente, yo puedo ver, todo a mi alrededor y así he ganado mi fama de sabia, felino resentido que, en cambio usted es el malo de las películas de animales’

‘¡Eso es por culpa de algún infeliz que sin motivo nos cargó con esa mala fama! Además ver todo lo de alrededor no significa que ustedes son realmente sabias, y mi argumento es que ese razonamiento es estúpido.’

Y así se enfrascaron en una acalorada discusión con idas y vueltas y la pobre Lucía estaba viendo eso ya sin entender absolutamente nada. Haciendo un gran esfuerzo, pudo emitir una pregunta, interrumpiendo la pelea entre ambos animales:

‘Pero, ¿qué pasa? ¿Dónde estoy?’

‘En la nada’ respondió la lechuza

‘Permítame aclararle a la niña que esto no es la nada.’ Interrumpió el gato ‘Acá está todo oscuro, está todo negro, por lo tanto hay algo. Si estuviéramos en la nada el color que habría sería, pues nada. ¿Alguna vez viste el color nada, pequeña?’ preguntó el gato. La niña se limitó a mover la cabeza, más confundida que nunca. ‘bueno, no me extraña, el color de la nada es, cómo explicarlo… vacío, sin nada. Aunque es algo redundante, pero…’ se enredó y se quedó pensando.

‘¡Claro que es redundante! Los gatos no saben expresarse correctamente y menos cuando hablan de cosas de las que no tienen idea.’ El gato no le prestó atención y quedó sumido en sus pensamientos. La lechuza se volvió a Lucía y le preguntó.

‘¿Qué es lo que buscás, pequeña?’

‘Buscaba el baño, pero ahora me contento con volver a mi cama’ el gato volvió de sus pensamientos y exclamó:

‘¡El baño! ¡Yo también!, Necesito pegarme una ducha, ¡Mirá lo sucio que estoy! No me baño desde la mañana.’

‘Pero ¿A quién le importa que sea usted un gato obsesivo compulsivo? Querida, me encantaría ayudarte pero no puedo. Estoy fuera de servicio’

‘¿Y se puede saber qué hace usted en servicio?’ preguntó el gato de mal modo

‘¡Un momentito! Me baja el tono de voz y me guarda más respeto que soy su superior’

‘¡¿Mi superior?! En la cadena alimenticia estoy yo sobre usted y me sería muy placentero hacer honor a esa cadena.’

‘¡No le permito que me calumnie así! Mi especie es muy superior sin importar lo que diga un gato sucio y embustero’

La niña se cansó de la discusión y gritó:

‘¡Basta!’ los dos animales perplejos se volvieron para ver a la niña. ‘Por favor’ dijo entre lágrimas ‘quiero ir a casa’.

La lechuza se compadeció y cedió.

‘Está bien’ dijo con un suspiro ‘haré una excepción. Quedate quietita ahí y escuchá con atención’ en ese momento se puso a cantar una canción de ritmo extraño.

Los dos animales empezaron a desaparecer y la pequeña a volar por el aire. El ulular se fue haciendo cada vez más fuerte y claro.

En ese momento, Lucía abrió los ojos y se encontró recostada en su cama. Todavía tenía ganas de ir al baño, pero esta vez la ventana de su habitación dejaba entrar la luz.

Una lechuza cantaba afuera alegremente. Todo fue un sueño, entendió Lucía.

Caminó hacia el pasillo donde se perdiera en su pesadilla. Esta vez pudo llegar al baño. Cuando salió, tropezó con su gato que se lamía la pata y se la pasaba por detrás de la oreja. Lucía sonrió y tomándolo entre sus brazos lo llevó con ella a su cama.

Nuevamente acostada, lo empezó a acariciar, pero éste, de repente pareció sobresaltarse. Se incorporó, y de un salto se plantó amenazante en el borde de la ventana mirando a la lechuza. Ésta daba saltitos de una rama a otra como provocando al gato.

Lucía rió y volvió a cerrar los ojos.

Enrique Capdevielle

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