martes, 8 de junio de 2010

La bañera amiga

La verdad es que jamás lo he confesado ya que no me gusta alardear al respecto, pero tengo una bañera para depositar el miedo. Sí sí, escucharon bien: tengo una bañera para depositar el miedo.

En realidad es una bañera común y corriente, por lo menos eso parece. Cumple las funciones normales de una bañera tradicional. Pero yo he descubierto su particularidad, es ideal para dejar el miedo.

Ya no recuerdo cuándo pasó, cuándo me percaté de esto. Sólo sé que un día me levanté, entré al baño y dejé el miedo en la bañera. No sé si fue concientemente o si él se escondió allí por voluntad propia.

No le he mencionado a nadie sobre mi bañera porque no lo creerían, por lo menos no del todo. Presiento que sólo se logra si uno cree en ello, no lo sé, pero la verdad es que ha sido muy útil para la vida.

Yo voy al baño y el miedo se queda ahí esperando a que regrese en algún momento a buscarlo. Por eso, cada vez que entro a algún baño, tengo la manía de abrir la cortina y fijarme si esa bañera es igual a la mía, si el miedo de alguien está ahí esperándolo a que regrese, rogando secretamente que no me tome a mí como su dueño. Dos miedos ya serían demasiado.

Mi miedo nunca me abandona por completo: siempre está esperando a que regrese. Pero eso no es tan malo, por lo menos puedo abandonarlo por un ratito para salir a la vida, a veces viene conmigo y a veces logro que se quede en la bañera.

CANO, Denise

No hay comentarios:

Publicar un comentario