lunes, 7 de junio de 2010

Instrucciones para escuchar música

La primera condición mínima para poder escuchar música es tener dos orejas (o al menos una) y un oído interno en buen estado.

La segunda condición mínima es contar con un objeto que emita música, como un instrumento musical o, en su defecto un dispositivo tecnológico (generalmente de tipo digital) capaz de reproducir sonidos grabados con anterioridad al momento de su escucha.

El método tradicional, sea cual fuera el artefacto que produzca la música, es ubicarse a una distancia razonable de dicho artefacto y disponer las orejas a fin de que perciban el sonido, ya sea prestando la debida atención o simplemente retirando cualquier objeto de dentro de ellas que pueda perjudicar a la audición.

La percepción se puede acompañar de movimientos de la cabeza, hacia atrás y hacia adelante repetidamente y, como aditivo opcional, agitando los brazos y/o las manos con el puño cerrado excepto por el meñique y el índice.

Si se trata de una canción, es decir de música acompañada por palabras, es probable (sobre todo si es de nuestro sumo agrado) que sintamos el deseo de emitir nosotros mismos el sonido. De ser este el caso, no se dude ni un instante en entonar con nuestra propia voz los versos que dan habla a la mencionada canción.

Hacer esto puede hacernos compenetrarnos mucho en la canción y emocionar hasta las lágrimas si se toman las siguientes consideraciones y se cumple el siguiente procedimiento: acompañar nuestros movimientos al ritmo de la música y acorde con los matices de la obra. En el punto de desarrollo elevar los hombros, como intentando tocar con ellos las orejas, y cerrar los ojos mientras nos balanceamos. Las manos pueden estar o bien abiertas y moviéndose como si se asociaran a un discurso que estamos dando, o bien cerradas en un puño que da débiles y cortos golpes al aire. En los momentos instrumentales, dependiendo del instrumento que se esté interpretando, se debe hacer la mímica del mismo. Es decir que si, por ejemplo, hay un solo de guitarra, se debe apretar el codo izquierdo contra la cadera con la palma de la mano hacia arriba, su pulgar levantado y los otros flexionados de maneras aleatorias, y la mano derecha ubicarla a la altura del ombligo moviendo los dedos como si rascaran la panza, aunque en ningún momento debe haber contacto con ella. En el punto clímax es menester dar un salto (preferentemente sobre una superficie más elevada que el piso, léase una cama, un banco, una mesa; no es necesario estar descalzo, cuanto más destructiva sea la acción de los pies, mayor satisfacción generará el gesto) y abrir los brazos mientras se canta a grito pelado, manteniendo la nuca pegada a la espalda. Pasado el clímax y estando la canción en su ocaso, es recomendable dejarse caer cual leso por síncope y disfrutar del silencio final, que es triunfal y en el que aún se sienten las intensas vibraciones de emoción en cada una de las extremidades. Un hilo de adrenalina aún corre por la nuca, así que es imprescindible aprovechar esa sensación de deleite máximo respirando lenta y profundamente, consiguiendo una merecida relajación del cuerpo.

Enrique Capdevielle

1 comentario:

  1. Me sentí identificado con la mayoria del puntos.

    "como aditivo opcional, agitando los brazos y/o las manos con el puño cerrado excepto por el meñique y el índice" jajaja.

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