lunes, 7 de junio de 2010

”El perchero de la tía Porota”

Cuando Joaquín se fue a vivir solo se llevó el perchero de la tía Porota. La pobre vieja ni se dio cuenta, por que pasaba sus días acostada en su cama y no lo usaba nunca. Joaquín pensó que siendo él un joven miembro activo de la sociedad, le daría un mejor uso que su casi inválida tía.

El perchero es de madera y mide un poco más de un metro sesenta y cinco. Es un perchero para descansar el cuerpo. Cuando uno llega del trabajo, dolorido hasta el último pelo de la cabeza, puede dejar el cuerpo colgado ahí, y dedicarse a disfrutar sus momentos de ocio, sin que su cuerpo sufra las consecuencias de quedarse hasta altas horas de la noche vagando y sin dormir.

Lo que hay que tener bien claro es que, para utilizar este perchero, uno debe tener un gran sentido de la responsabilidad. Pues si no es así, le puede pasar lo que le pasó a Joaquín a la semana de utilizarlo continuamente. El joven llegó un viernes del trabajo, dejó su cuerpo colgado en el perchero, y se fue a deambular por el pueblo con la intención de no regresar a su casa hasta terminado el fin de semana. Pero tras recibir la visita de su madre, quien se llevó un susto de muerte, fue enterrado junto a ella en la parcela familiar del cementerio del pueblo.

Los actuales dueños del perchero (primos segundos de Joaquín) dicen que su alma sigue merodeando por ahí, esperando al próximo distraído que deje su cuerpo colgado, para ir a robárselo.

Soledad Salazar

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