martes, 8 de junio de 2010

Buscando el sueño

En una noche oscura, de esas en las que ni la luna está presente, una pequeña niña llamada Lucía tuvo la intención de viajar desde su habitación hasta la de sus padres buscando consuelo ya que no podía dormirse.

Salió de su cuarto e inmediatamente se dirigió hacia las escaleras, desde allí solo eran unos cuantos escalones y luego atravesar el largo pasillo. Al bajar las escaleras notó que había olvidado prender la luz y eso volvía todo mucho más oscuro que de costumbre. No fue fácil pero se las ingenió para no caerse.

El próximo obstáculo fue atravesar el largo pasillo que más que un pasillo parecía una cueva sacada de alguna película de terror.

Empezaba a recorrerlo cuando comenzó a preguntarse si ese era su pasillo realmente porque ya no sabía lo que era, estaba todo tan oscuro que no podía ubicarse dentro de su propia casa. De hecho, esa podía tranquilamente no ser su casa y ser cualquier otro lugar. Podía tranquilamente estar soñando, por lo que se pellizcó el brazo para asegurarse de que no fuera así.

La pequeña comenzaba a desesperarse ya que se sentía en una especie de vacío u otra dimensión.

De repente, sintió algo a sus pies. Se asustó, pero en seguida se dio cuenta de que aquello era nada más y nada menos que Pancracio, su gato, que al no verla durmiendo en su cama había bajado a buscarla.

Ella lo alzó y juntos empezaron a recorrer la oscuridad. Mientras más caminaba más se percataba de que aquel lugar no era su casa.

Luego, una voz comenzó a escucharse a lo lejos. Lucía ya no sabía si la voz se acercaba o era ella que junto a su gato se acercaban hacia la voz.

Cuando por fin estuvieron lo suficientemente cerca, el mensaje pudo oírse claro: “Parece que están perdidos. ¿Que los trae por acá?”.

A lo que Lucía contestó:

- Estaba buscando la habitación de mis padres pero ya no sé dónde estoy. Así que ahora solo busco el sueño para volver a acostarme. ¿Y vos quién sos?

- Yo soy la lechuza de este bosque.

Al decir eso el lugar dejó de ser una oscuridad total para estar en penumbras. No era luz total pero por lo menos podían verse las figuras.

Allí apoyado en una rama de lo que parecía un árbol estaba la pequeña lechuza con la cual Lucía dialogaba.

La lechuza siguió hablando y le dijo:

- Si lo que buscas es tu sueño, estás yendo por el camino equivocado. Si seguís por acá vas a llegar hasta el gran lago y tenés que atravesarlo para llegar al cuarto de tus padres. Pero si volvés por el camino por el cual llegaste hasta acá vas a encontrar tu sueño, te lo aseguro.

Pensando en las opciones que le había dado la pequeña lechuza, decidió seguir su consejo y buscar su sueño para poder volver a su cuarto y no perderse en aquel bosque.

Lo único que la mantenía calmada era estar en compañía de su gato Pancracio. Lo miró a los ojos y antes de comenzar a caminar le dijo “vos vas a protegerme”, como si aquel gatito pudiera cuidarlos a ambos de algún posible peligro que se presentara.

En ese momento Pancracio la miró fijo, casi como si pudiera entender lo que ella le había ordenado, y emprendieron juntos la vuelta en busca del sueño.

Mientras volvía por donde había venido el camino se iba oscureciendo más y más y la lechuza que le había indicado el camino ya no era visible.

Sin poder ver nada, otra vez, Lucía confió en lo dicho por la lechuza y siguió caminando a pesar de no saber si estaba siguiendo el camino indicado o si estaba ya caminando en círculos.

Ella continuó hacia delante hasta que en un momento determinado tuvo una sensación distinta a la que venía sintiendo en su viaje. Tuvo una sensación de tranquilidad que en un principio no comprendió hasta que se tropezó con un escalón e inmediatamente lo reconoció. “Ya estoy en casa” pensó ella y subiendo las escaleras junto a Pancracio el sueño los invadió, los tomó por sorpresa y se apoderó de ambos.

Llegaron a su cuarto y ambos cayeron dormimos sobre la cama. Y así fue como encontraron el sueño o así fue como el sueño los encontró a ellos.

CANO, Denise

No hay comentarios:

Publicar un comentario