Y así, sin más, algo extraño le ocurrió a mi garganta. Sus partes se entrecruzaron, se doblaron, se mezclaron, se dispusieron de forma tal que nada podía atravesarla. Un nudo. Se había formado un nudo. Un nudo sin razón de ser, sin utilidad, pero que me impedía disfrutar de la torta que la abuela había preparado por la aproximación de uno de los momentos más importantes de mi vida: mi graduación.
Dolores Díaz de Maura
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