viernes, 28 de mayo de 2010

Escalera al cielo.

Escaleras las hay de todo tipo. Más largas, más cortas, o hasta de un solo escalón. Muy empinadas, o casi al ras del suelo. Distintos colores, distintos materiales y hasta distintas formas. Pero para Lucía, su ciruelo es la mejor escalera de todas. Y aunque su vecino le lleve la contra desde su jacarandá, ella está convencida de lo que piensa.

Sauces, robles, pinos, las variedades son infinitas. Algunas más exóticas y otras más comunes, pero todas cumplen la función de acercarnos a ese lugar tan deseado e inalcanzable a simple vista.

Lucía, al igual que todos aquellos que cuenten con su escalera, podría reconocer a la perfección a su ciruelo. Madera oscura, áspera, quizás por falta de cuidado, y con alguna que otra rajadura, producto del uso cotidiano. Esa madera es, para ella, inconfundible con cualquier otra.

La escalera de Lucía es bastante accesible, sobre todo teniendo en cuenta que ella tiene solo 8 años. Sus escalones se sitúan casi invitándola a subir, y si bien en una parte del trayecto el ascenso se torna más complicado, debido a que uno de los escalones falta y, por ende, la distancia entre los dos restantes es mayor, eso no le impide a ella llegar hasta el final del recorrido.

La escalera de Lucía va desde el jardín al techo de su casa, y la vista que se tiene una vez que se sube es encantadora. Pero Lucía, muchas veces, prefiere quedarse a mitad de camino, sentarse en uno de los escalones donde la alfombra verde permanece aún intacta, y mirar a sus vecinos desde allí. Comparar las distintas variedades, y apenarse de aquellos que no poseen una.

Todas las escaleras tienen un cuidado similar. Deben ser rociadas con un líquido especial, para que su madera brille y dure por más tiempo. Esto ya es suficiente para mantenerlas, aunque, si se quiere, el cuidado puede ser reforzado con la aplicación de distintos productos, e, incluso, como en el caso de Lucía, con la incorporación de un líquido particular para mantenerlo en perfecto estado.

Por las noches no es necesario cubrirlas con nada. Todas vienen equipadas de manera tal que su madera, aún con la peor de las tormentas, en aquellas que se encuentren al aire libre, estará, al día siguiente, en el mismo estado que el día anterior.

La escalera de Lucía todavía sirve, aunque como todas, llegará un momento en que su alfombra verde se irá poniendo amarilla y hasta marrón, hasta desaparecer completamente. Al tiempo que su madera se ira resquebrajando, pudriendo, y llegará la hora de comprar una escalera nueva. Ciruelo, roble, sauce. La elección recaerá, seguramente, en Lucía.

Dolores Díaz de Maura

1 comentario:

  1. está muy bueno! me gustó que en ningún momento menciona ni "ramas", ni "hojas" ni nada más que la indicación del ciruelo al principio, y sin embargo todo el tiempo me imagino al árbol con sus "escalones" y la "alfombra verde". También me gustan los títulos musicales!

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