martes, 27 de abril de 2010

Autorretrato

Por: Denise Méndez

Aquí estoy yo en Gualeguaychú con mi novio Juan. A mi apenas se me ve la cara, a él se le ve un poco de la campera gris que llevaba puesta y una tira de la mochila. Detrás puede observarse el suelo adoquinado, el río, los árboles del otro lado del mismo, y de nuestro lado: la moto. Sí, esa moto que nos llevó hasta allá de la cual nunca me olvidaré.


Juan es, no sé muy bien desde cuándo, un fanático de las motos y ha tenido varias. Empezó con una Suzuki que todavía tiene (creo que nunca venderá a aquel primer amor motorizado). Con esa le perdí mi miedo (por no decir terror) a esos bichos raros. En fin, al poco tiempo se compró una Kawasaki, dejó de usar la anterior, y la vendió un tiempo después para comprarse esta Yamaha que vemos en la foto. Hicimos ese viaje hermoso, y otros viajes diarios que hicieron que me enamorara de esa moto. Pero como le sucede a él con las motos, no le duró mucho tiempo y la vendió para comprarse otra Kawasaki que tiene actualmente pero que, para variar, está en venta.

Toda esta historia enfatizada en las motos de Juan tiene una razón de ser. Es difícil explicar con palabras la importancia de una moto que está al fondo de una imagen. Cuando uno ve la foto, puede darse cuenta por qué esa moto aparece allí, pero decir que hay una moto en una foto es como decir que hay árboles, no dice nada… Distinto es centrar el relato en la moto, para poder describir que la fotografía estaba centrada en la moto también.

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