sábado, 30 de octubre de 2010

Cae el sol

¡Cae el sol, cae el sol!, gritaban los niños mientras sus espantadas madres miraban al cielo con ojos desorbitados. ¡Cae el sol, cae el sol!, exclamaban las viejitas en las veredas, emocionadas por tener un tema interesante para chismear. Algún que otro distraído miraba su reloj, que marcaba obstinado las diez de la mañana.

Seis horas tardó el sol en desaparecer por el horizonte. Fue el anochecer más largo de la historia, y fue el último. Por supuesto, al otro lado del mundo dormían tranquilos, sin saber que cuando despertaran, descubrirían que el amanecer no llegaría nunca, y que vivirían en una noche eterna.

Soledad Salazar

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