jueves, 23 de septiembre de 2010

Cuando la vida te pasa por delante.

El martes veintiuno de septiembre, alrededor de las cuatro de la tarde, me encontraba en la calle Ramos Mejía sentado, leyendo un texto de la materia PCPC y esperando el llamado de mi tio, con el que iba a encontrarme ya que era mi cumpleaños. Al lado mío se estaba dictando una clase pública y, frente a mi, había otro chico leyendo un libro. Con el correr de los días, la toma fue perdiendo adhesión respecto a las clases dictadas en la calle, por lo que no me parecía raro que fuéramos pocas personas las que realizábamos el piquete. Además, el día del estudiante hacía que la convocatoria a clases tuviese menos éxito aún.

A eso de las cuatro y media, algunos chicos del centro de estudiantes comenzaron a retirar algunas sillas ya que iban a emprender una marcha hasta el Ministerio de Educación Nacional reclamando, entre otras cosas, la finalización del edificio único de la facu. Hasta ahí todo tranquilo. Pero lo peor estaba por venir

Los bocinazos en las esquinas son característicos por estos días debido al caos vehicular que muchas veces se genera. Pero créanme que ver un auto a muy pocos metros de distancia tocando bocina no es nada lindo. Como si fuera una competencia de Fórmula Uno, una caravana de autos comenzó una loca carrera intentando atravesar la calle cortada por nosotros que, simulando ser una chicana, impedíamos su paso. Parece ser que un descuido de los chicos del centro de estudiantes al levantar las sillas, hizo que muchos conductores creyeran que podían circular tranquilamente por la calle. Después de esta situación, se volvió a realizar el corte en la esquina de la facu. Yo, por las dudas, levante mi silla y la llevé dentro del edificio. Luego recibí el llamado de mi tío y me dirigí a su encuentro.

Quizás exagero, pero quienes hallan leído esta anécdota deben saber que fue la primera vez que vi pasar mis flamantes veinte años en pocos segundos…

Matías Schneider.

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