lunes, 7 de junio de 2010

Breve reseña sobre los hábitos, sistema de defensa y mecanismos de obtención de alimento del guitarrista

A pesar de poder encontrarlos también en el campo, las grandes ciudades son el hábitat natural por excelencia de los guitarristas. El guitarrista es una especie en continuo crecimiento demográfico caracterizado esencialmente por llevar a cuestas un estuche donde guarda su principal arma defensiva denominada guitarra, instrumento que le da nombre a esta subclase dentro del orden de los músicos.

La mayoría de la gente puede pensar que estos individuos son personajes despreocupados, abiertos y simpáticos cuyo único arjé es hacer buena música. Nada más errado que esta afirmación. Estudios basados en el sentido común dieron cuenta de este error, inadmisible dentro de las ciencias, y que ya caló hondo en el pensamiento colectivo. Mediante el presente trabajo se intentará desmentir algunos mitos inculcados por otros estudios pseudocientíficos.

Nuestros estudios, los primeros en hacerse libres de prejuicios y subjetividades propias de la ideología, indican justamente todo lo contrario a lo dicho anteriormente. El guitarrista es un hombre calculador, no tan abierto (si se me permite el eufemismo para no ser tan duro), absolutamente insocial (en el sentido huraño de la palabra) sobre todo con ejemplares de la propia especie y cuya supuesta única motivación no es más que un atributo secundario. Ahon- dando un poco más en esta descripción observable, el guitarrista promedio vive encerrado en su casa, atado a su instrumento e intentando superarse a sí mismo imitando a sus ídolos, gene-ralmente, guitarristas que empezaron de igual forma. Este encierro es para evitar los peligros que se le presentan a diario en la vida cotidiana. Pero para conseguir energía le es imprescindible salir de su madriguera y, mal que le pese, está obligado a hacerlo si no quiere perecer. Para protegerse recurre a determinados mecanismos, los cuales también le proveen una fuente de alimentación. A continuación se describirán estos mecanismos y explicaremos cómo se articulan para la obtención de comida dentro de un sistema que hemos denominado Sistema de Mimetismo Social-guitarrista.

Su afamada desprolijidad y el descuido de su apariencia no es sino el resultado de algunas horas frente al espejo calculando y arreglando cada centímetro de desarreglo, y su apertura de mente, según nuestros recientes estudios, es reflejada solamente en aquellos con los que comparte gustos, pero su alcance se detiene en el trato con personas ajenas a su campo de interés musical.

Muchos al confundirse con este sistema de mimetismo se ven tentados a alimentarles el ego. De esta manera, somos conscientes de la efectividad de su sistema, tanto a nivel inmunológico como a nivel nutricional: El guitarrista se alimenta de elogios, los cuales consigue recolectando de ignaros y aduladores.
Debido a esta naturaleza, los individuos de esta familia no se mueven en manadas demasiado grandes (cuando no están solos), y esto se explica desde la premisa de que todo guitarrista es un potencial competidor de las frescas mentes rebosantes de eventuales alabanzas. La rivalidad entre egos hambrientos es muy común, y no tardan en aflorar conductas agresivas y grandes peleas cuando dos ejemplares comparten un mismo terreno fértil de alimentación. Una vez comprendido esta naturaleza propia de la especie en cuestión podemos concluir parafraseando a Thomas Hobbes que el guitarrista es un lobo para el guitarrista.

Y no me hagan empezar con los pianistas.

Enrique Capdevielle

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