viernes, 28 de mayo de 2010

Temporal de sapos.

Era una fría tarde de otoño. Afuera las nubes amenazaban con caerse del cielo. Todos comenzaron a guardar sus autos en las cocheras o bajo el primer techo disponible. Había que evitar que las piedras arruinen los autos nuevamente. De repente no quedó ni una sola alma en las calles. El desenlace era inminente: el fin del mundo se acercaba. Algunos lamentaban el hecho de no haber construido un arca, similar a la utilizada por Noe para sobrevivir al diluvio universal. Otros veían esos lamentos como meras exageraciones. A pesar de ello no se animaban a desafiar al creador del universo. La ciencia les daba la razón a los creyentes y los pronósticos emitidos por el Servicio Meteorológico Nacional anunciaban las lluvias más devastadoras del último milenio, justo cuando todos festejaban el bicentenario de la patria.

En este contexto, comenzaron a escucharse y verse las primeras gotas verdes sobre los techos. Ya no había escapatoria. Las familias, reunidas en sus casas, comenzaron a asomarse por las ventanas para ver un espectáculo único e irrepetible, que podría terminar con su existencia.

Pero no paso nada. En realidad si paso algo. A la vuelta del fin de semana largo todos comentaron en sus trabajos, escuelas o charlas con amigos que habían visto llover sapos del cielo.

Matías Schneider.

1 comentario:

  1. Muy bueno Matías, ya lo habíamos comentado en clase, no ?

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