sábado, 25 de septiembre de 2010

Tarde de enredos

Luego de casi catorce años, decidimos irnos juntas de vacaciones. Era una tarde cálida que quisimos culminar con una sesión de fotos para el recuerdo.

El sol caía, la tarde terminaba y la temperatura comenzaba a bajar, lo que significaba una sola cosa, la hora del mate había llegado.

Sentada en la arena, abrigada, de espalda al mar, me puse armar el mate mientras una de mis amigas le sacaba fotos a las otras cuatro. No entiendo bien cómo ni en qué momento fue, pero de repente tenía a esas mismas cuatro tiradas encima de mí.

La foto no se entiende mucho, salió medio movida. Aparezco aplastada contra la arena con la boca abierta (posiblemente estaba gritando) y arriba de mí se ven brazos, piernas, cabezas, pelos despeinados y enormes sonrisas, todas enredadas entre sí.

No sé si esa foto me define mucho como persona, lo que sí sé es que fue un verano inolvidable en Mar del Plata con mis amigas, compañeras de vida y uno de los tesoros más importantes que tengo. Cada vez que la veo me recuerda que si hoy en día soy lo que soy, es en gran parte, gracias a ellas.

Juliana Barnech

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